24 sept 2015

Hula hoop skirt, de Oliver & S

Esta es una faldita que me encanta, Hula hop skirt, de Oliver & S. Además de su corte tan original, tiene la gracia de ser reversible pudiendo jugar con estampados y tejidos distintos.






He hecho varias versiones: con telas de algodón aquí; y las que aquí muestro combinando pana lisa y de canutillo con algodón.





Tiene un canesú  que se puede ajustar a la medida de la niña mediante una goma en la cintura. Y en su parte inferior, se trata de dos piezas cortadas en media capa que se superponen , y cuyo extremo se vuelve sobre sí mismo, a modo de tapeta a contraste.
                         


A las niñas les encanta porque es muy fácil de poner y quitar, tiene vuelo, y encima es exactamente igual por delante que por detrás.







Y desde el punto de vista de su costura, es bastante cómoda de hacer, por lo que resulta muy muy recomendable.






14 sept 2015

Una pulsera para S.

Me encantan los niños que tienen las cosas claras, aunque eso suponga algunos dolores de cabeza a los sufridos padres…

Como en mi caso ya soy abuela, la cuestión es muy distinta, yo diría que hasta me facilita las cosas.

Ilustración obtenida aquí

Abuela:  -S. ¿qué quieres para tu cumpleaños?-
S.:         -Hummm…, no sé, ¿podría ser una pulsera de las de verdad?-
Abuela (estupefacta):  -Hummm…, podría ser, podría ser… ¿Es que te gustan las pulseras?-
S.:         -Sí, mucho, me encantan-.

En este punto debo aclarar que en mi casa, ni la abuela –yo misma-, ni la mamá han llevado nunca pulsera; la mamá ni siquiera pendientes porque perteneció a una época en que los padres supuestamente “comprometidos” o “rebeldes” intentaban no encasillar a las niñas/niños con pendientes, balones, cocinitas, etc. etc. Y ya pasados los años cuando la niña se los quiso poner sus orejas parecían resistirse a las colgaduras, y nunca le ha resultado fácil llevarlos (ya me lo decía mi madre: "eso se les tiene que poner al nacer"...)


Y a cambio les atiborrábamos con mogollón de peluches, Legos, arquitecturas varias, juegos de montaje…, -mejor aún si eran de fabricación artesana-. Vamos, a lo más que llegábamos era a los distintos “escenarios” de los Pin y Pon, en nuestro caso La granja, La enfermería, y ya como un despiporre total, Pin y Pon contaron con La casa grande –de 3 pisos-  y además con luz…



Y cómo olvidar esos otros, casi intelectuales, que fomentaban la retentiva y las capacidades intelectual o lingüística del niño, como los inefables Quien es quien, el Scrable, el mismo Cubo de Rubik, o los Tangram

Eso hasta que un día la niña, harta de tanta “intelectualidad”, te pedía berreando una cocinita con cacharritos, y una Nancy con sus vestiditos, y una de esas horribles admiradas Barbiesmás tiesa que un ajo, siempre perfectamente vestida para la ocasión, y siempre lista para recibir a su novio Kent, tan cursi como ella misma.

Fragmento de imagen obtenida aquí
Entonces, tú caías del sueño dogmático, y con la cara de lelo/a que se te quedaba, te ibas a la juguetería más cercana y comprabas uno de esos inmensos “sets” con un montón de cazuelitas, sartenes, platitos, tacitas y otros utensilios culinarios que hacían las delicias de la criatura.
A partir de ese momento, se repetían diariamente interminables puches con arena y agua comiditas ricas que dabas con cucharita y babero a esa flamante Nancy que, por fin, había irrumpido en casa como absoluta dueña y señora.

(Eso sí, con la Barbie no tragué nunca, aunque luego he sabido que su ausencia causó importante desazón...)

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Pero bueno, tampoco nos escandalicemos de esa generación –la mía-, porque tengo-que-decirrrrr que la mismísima operación de compra de todo tipo de "instrumental" doméstico, la tuve que hacer de nuevo con mi nieta mayor, a consecuencia de otro arrebato desesperado cuando en un parque una niña no le dejó jugar "a cocinitas".

En este caso, la urgencia nos llevó al bazar chino más cercano, donde los platitos, tacitas, cucharitas, etc. eran de un brillante rosa chicle, que verdaderamente hacía daño a los ojos. Luego, con más tiempo conseguimos una “vajilla” ecológica hecha con materiales reutilizados, muy acorde a la ideología familiar.


En fín…, hay pasajes de la historia de las familias que inexorablemente se repiten.

(Tampoco mis nietas llevan pendientes, pero eso sí, debo decir, que las niñas tienen en su haber un montón de espectaculares Barbies en forma de princesas varias, para espanto de su abuela y desagravio de su mamá...)


Y digo yo que estas incoherencias no creo que sean patrimonio de ninguna generación en concreto: yo he vivido las de la mía, pero ahora contemplo con cierta sorna las de la generación actual, que tampoco es manca…

Venganza / Pink stinks (Hormiga Verde)

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Pues volviendo al tema de la pulsera, recordé que todavía conservaba una grabada con el nombre de mi hija, que mi tía le regaló cuando nació. ¡Sí!, ¡exacto!: no estoy segura de que la llegara a estrenar. Así es que se la ofrecí a la niña:

S:           -Abuela, pero ¿es de oro?-
Abuela:   -Si, por supuesto, y con el nombre de tu mamá-
S:          -¡Ay gracias abuela, no me lo puedo creer!, ¡llevar puesta una pulsera de oro!, que además es “antigua” ¡qué guachi!...- (o sea, “fantástico”).



Y así se van escribiendo las contradicciones generacionales: A mi hija nunca se la puse, y luego a mi nieta se la coloqué encantada, casi emocionada...

Y oye, que me quedé más ancha que larga.






7 sept 2015

"El mejor babero del mundo entero". Tutorial

Cuando mi nieta mayor empezó la guardería, pidieron que los niños llevaran baberos que pudieran ponerse solos. Estuve tentada de hacer un "engendro" metiendo gomas en las cintas, cuando de pronto en una tienda de Bilbao que estaba a punto de echar el cierre por cese del negocio -¡lástima, con lo que me gustaba...!-, descubrí el que según mi nieta es el mejor babero del mundo entero, con su ripio y todo. (A modo de nota debo indicar que la niña es de Bilbao...)



Compré un montón de ellos, pero varios años y muuuuchas comidas después hubo que reponer, pero ahora el comercio en cuestión ya no estaba. Además por entonces la familia se había trasladado a una lejana ciudad en la que ni el oriundo Tin-tin, sabía donde comprar baberos -si es que acaso existían-.

Pero, que no cunda el pánico, la abuela tiene felpa de colores, bieses varios, tela de puño de punto de Telaria y de La Pantingana, y una máquina de coser esperando, así es que ¡baberos nuevos al instante!. Y además a gusto del consumidor.


Las niñas diseñaron los dibujos de los apliques, eligieron el color, las telas, los bieses, etc. etc. Vamos, una tarde de lo más divertida, y al final resultaron mucho más bonitos y estimulantes que los originales comprados.


Y pensamos que por si algún otro niño quiere disfrutar del "mejor babero del mundo entero", podíamos dejar aquí el tutorial:

El babero lleva un forro interior de tela impermeabilizada. Yo he utilizado esta tela de rizo impermeable, que no se pega al cuerpo.


Se cortan ambas telas del babero al tamaño deseado, dejando un agujero en la parte superior teniendo en cuenta que el niño pueda meter la cabeza.



Hacer el aplique que interese solamente en la tela de felpa


Para trabajarlo mejor vale la pena pasarle un sobrehilado todo alrededor a ambas telas juntas.


Para hacer el cuello cortar una tira de unos 35 cm. por 8 cm. aproximadamente y unir los extremos



Se dobla a la mitad a lo largo, y se va poniendo todo alrededor del hueco.




Se pasa un pespunte y se sobrehíla o remalla la costura




Para que no le moleste al niño, la costura se puede fijar con otro pespunte o zig-zag, de manera que quede bien aplanada.




Ahora sólo nos falta ponerle un biés todo alrededor y ¡voilà!





Y también podemos aprovechar retales:



3 sept 2015

Vestido rojo. RUMS España #36/15


Ya se sabe que un vestido rojo puede: simplemente llevarse, o saberse llevar.


Verdaderamente, hay personas que parecen haber nacido para enfundarse un vestido rojo. Pero una servidora no.

En mi caso, llevo muchos años queriendo uno pero como, mal que me pese, creo ser del “sufrido” primer grupo, pues lo he ido aplazando y aplazando. Primero, por miedo a salir de esos colores más bien neutros hacia los que siempre me inclino y que forman mi área de comodidad en el vestir; y segundo, por miedo a acabar siendo una patosa vestida de rojo algo extravagante. Demasiados miedos.


Pero cuando uno tiene una edad, hay miedos que se deben arrinconar y riesgos que se deben correr. Así que un día decididamente me compré la tela: un crep en rojo vivo, con un cierto cuerpo y mucha caída. Entonces empecé a buscar el patrón adecuado: sencillo y sobrio que permitiera un uso múltiple. Y la preciosa tela se quedó más de dos años esperando en el armario.

Hasta que por fin, este año me armé de valor, en cuanto vi el modelo num. 17 "Grabrielle" de la Revista Ottobre 5/2011, o sea, éste:

Es un número que recomiendo. No tiene desperdicio

Me pareció un modelo perfecto: Cortado en la cintura, con pinzas en el cuerpo y en la falda y cremallera en el costado. Cubría mis expectativas de tanteo con el rojo, así que después de hacer las modificaciones correspondientes en el patrón me metí de lleno.



En la primera prueba me di cuenta de que las pinzas oblicuas que van de la cintura al pecho no me sentaban bien: supongo que debido al contorno de mi cintura me hacía bolsas debajo de la pinza. Después de varios intentos, finalmente las deshice y probé a hacerlas sobre el cuerpo con el vestido puesto. Acabé subiendo la pinza del pecho y recogiendo el exceso de tela inferior en otra pinza vertical (vamos, la forma más clásica), pero curvando y casi uniendo ésta última con la pinza del pecho. 

Empecé a buscar en mis libros de costura y no encontraba referencias a una pinza curvada en la cintura. En otro momento hubiera tirado para adelante sin más, pero ahora prefiero mantenerme en la ortodoxia, -en lo tocante a la costura, al menos-. Así que le pedí opinión a Anilegra. Ella me tranquilizó diciendo que cuando se cose a medida hay que hacer lo que pide el cuerpo y la tela, y que en determinadas ocasiones las pinzas curvadas pueden funcionar.


Aún así esa confluencia no me ha quedado bien, no se si será por la naturaleza del tejido o por estar demasiado juntas, pero no he conseguido arreglarlo ni siquiera con la plancha (que tantos fallos soluciona...). Cualquier sugerencia que se me haga será muy bienvenida.

La idea era simplificarlo quitando la organza de las mangas y el lazo del escote, pero me vi tentada y probé algún tipo de adorno para que no resultara tan escueto, por ejemplo con este lazo rodeando el cuello, procedente de la Jasmine de Colette.


Finalmente desistí, me gustaba más liso completamente: un sencillo escote con vista. Me pareció que sería más fácil de combinar con cualquier chaqueta. Y así lo dejé.


En la manga también lleva vista.


Bueno y este es el resultado (¿quizá demasiado austero?...,  qué le vamos a hacer, esa soy yo). Lo bueno de un modelo simple es que le puedes adaptar accesorios diversos según la ocasión, y siempre funciona bien.


Al principio lo fui combinando con negros y grises, pero luego me fui animando y le metí rojos.

 


No estoy segura de si me voy a sentir del todo cómoda dentro de un rojo...; viendo las fotos me parece que estoy un pelín tensa, aún tengo que practicar más. Pero debo de reconocer que no parece vivirse mal dentro…
                                          
Vestida de rojo y todo, nos encontramos en RUMS??